jueves, 29 de octubre de 2009

No le ganamos ni al colista

Otra decepción, una nueva bofetada a los seguidores del Real Zaragoza. La Copa no redimió a los blanquillos de la vergüenza de Barcelona y mostró otra vez sus carencias ante un adversario inferior. Y es que no solamente se enfrentaban al farolillo rojo de la competición, sino que un puñado de los jugadores que salieron a la Romareda, eran los suplentes.

A este Zaragoza le falta continuidad, contundencia y gol. Le sobra nerviosismo, indecisión e improvisación. Colocar a Ander Herrera por la banda izquierad es condenarle al fracaso. El canterano rinde mejor con aire a su alrededor, situado en la media punta, inventando jugadas de gol cercano al área rival. Colocarlo en un costado significa penalizarle con un trabajo físico para el que no está preparado y amputándole su creatividad.

Pero ese sería un mal menor si el equipo, que suele comenzar bien los partidos, no se diluyera como un azucarillo en las segundas partes. Parece no tener gasolina al final y es entonces cuando los adversarios hacen un par de cambios y vuelven loca a una defensa que no tiene apoyos en el centro del campo y ofrece una delantera cortocircuitada.

Nos hemos jugado la Copa si no se produce un cambio fundamental el próximo día 10 en la Rosaleda, si tenemos en cuenta la disminución del potencial blanquillo fuera de casa. Recuerden, dos goleadas en Sevilla y Barcelona, una derrota más en el campo del Atlético de Madrid con dos penalties a favor y un empate en Gijón. Un punto de doce posibles y trece goles en contra.

En esta ocasión Marcelino no estaba irónico ni defendió a sus jugadores. Parecía cansado y desanimado, harto de tanto sufrimiento estéril. Y reconoció que no se había merecido la victoria. Es posible que sea necesario que se vayan diciendo las cosas por su nombre y señalando culpables. Porque Marcelino es el responsable, pero su plantilla y el dueño del club también deben ser observados con ojos críticos por la afición del Real Zaragoza.

lunes, 26 de octubre de 2009

Una humillación ofensiva

He tardado más de lo normal en ponerme delante del ordenador para escribir este artículo. Estoy tan cansado, tan harto, de la marcha de este club y de sus predecibles errores, que me han dado ganas de evitar volver a pasar un mal rato recordando la afrenta de Barcelona, y de mandar a freír espárragos mi comentario.

Como decía esta mañana en Aragón Radio, la peor de mis pesadillas se hizo realidad anoche. Esperaba que el equipo encajase una goleada de escándalo, porque conozco desde hace mucho el Real Zaragoza. Creía que nos iban a marcar una docena antes de comenzar la temporada y cuando escuchaba que el Barça estaba débil y era la gran ocasión para derribar en su estadio a los campeones de Europa, se me abrían las carnes de risa.

Tenemos un equipo incompleto, mal construído y con una defensa que da pavor. En Gijón y frente al Getafe solamente se produjo un espejismo y nos ha ganado el Atlético de Madrid, que todavía no le ha vencido a nadie esta temporada. La culpa es, en primer lugar, del dueño del club y sus empleados que han hecho el más absoluto de los ridículos a la hora de fichar los jugadores necesarios para competir en esta Liga. Marcelino, con sus millones en el boslsillo, se ha cansado de pedir y ahora pasa completamente del Real zaragoza, esperando que transcurra pronto este año y fiche por otro club de Primera la temporada que viene. Y los jugadores, sabedores de su inferioridad, hacen lo que pueden con más miedo que otra cosa, según los adversarios.

La exhibición de anoche en el Camp Nou fue de verbena, intolerable e inadmisible. Fue el Barcelona campeón contra las cheers leaders del Real Zaragoza. Una lucha completamente desigual y donde un equipo de fútbolín aguantó aterrorizado, los ataques de un equipo que pudo haber batido sin ningún problema el histórico 8-0 de hace cincuenta años.

Y para colmo, las contestaciones del técnico al finalizar el partido. Como de cachondeo, echándole la culpa a la prensa del vergonzoso escándalo en el coliseo barcelonista y con respuestas que la audiencia no soportó después del 6-1. Un lamentable colofón a una noche de fracaso en el Camp Nou donde el Real Zaragoza dejó claramente al aire sus partes pudendas y abandonó la ciudad condal con el rabo entre las piernas y la cobardía señalada a fuego en sus nalgas mientras corrían asustados gritando su impotencia.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Vamos a perder en Barcelona

Después de contemplar la derrota del FC Barcelona a manos del Kazan Rubin, se me viene a la cabeza la posibilidad de que los catalanes exploten contra el Real Zaragoza el domingo. Siempre nos toca ser la medicina que sana a los adversarios, especialmente cuando éstos son de un alto nivel. No es normal que en Sevilla tengan la puntería desviada y terminen con el marcador a cero, y que frente a los rusos terminen perdiendo el partido con una eficacia cercana al cien por cien en el disparo a puerta.

Sé que algunos dirán que me sale la vertiente pesimista, que no creo en las posibilidades del equipo, que siempre pienso en que las desgracias se cebarán en nosotros. Pero solamente cabe recordar el encuentro jugado en el Vicente Calderón, con la necesidad absoluta de ganar para no generar una guerra civil en el seno del equipo colchonero y el cese de Abel Resino. El Atlético necesitaba ganar y ganó, aunque le pitasen dos penalties en contra y mereciera el empate el Real Zaragoza.

Dicen que Xavi e Iniesta no están bien, que a Messi le está perjudicando su enfrentamiento con Maradona, aunque él no diga ni pío, y que la defensa es fácilmente desbordable, con la ausencia del lesionado Alves. No me fío, porque la capacidad goleadora de Ibrahimovic y compañía es letal y solamente falta que encuentren el filón y nos pasen por encima.

El Real Zaragoza ha perdido a Ponzio, el único que podía poner cierto orden en el centro del campo. Y que junto a Gabi y Abel Aguilar, seguramente compondrían un trivote de garantías. Porque Pennant no marca, Jorge López tampoco y el nutrido centro del campo barcelonista tiene muchísima calidad y es especialista en aprovechar los huecos que dejan los adversarios y qye, en el caso de los blanquillos, son muchos.

Para colmo, y aunque siempre ha marcado en las siete primeras jornadas de Liga, la delantera no tiene gol. Y si marca, no termina ganando porque solamente ha sumado dos victorias esta temporada.

Lo miremos por donde lo miremos, la cosa no tiene buena pinta. Y prefiero prepararme para soportar un partido larguísimo con muchas posibilidades de goleada, que acudir con la inocencia de un cordero al degolladero. Ojalá gane el Real Zaragoza, que lo celebraré de corazón, porque es lo que más deseo, pero todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión, nuestros sentimientos y nuestras sensaciones. Incluso yo mismo.

lunes, 19 de octubre de 2009

Una negligencia imperdonable

Hacía mucho tiempo que no veía a Marcelino tan cabreado. Y esta vez no era una pose para confundir a los medios de comunicación en la sala de prensa, sino un estado de ánimo real. Ya, sobre el terreno de juego se le vio bracear con furia, e indicarles a sus jugadores determinadas correcciones en una segunda parte abominable.

Como diría después, el empate frente al Racing fue una negligencia imperdonable. No existen justificaciones para una metedura de pata de tal magnitud. Ceder dos puntos ante los cántabros, y de la manera que se hizo, pone en tela de juicio la capacidad del Real Zaragoza para asumir sus enfrentamientos contra adversarios de mayor calidad. Hasta ahora no ha pasado "nadie" por la Romareda, y ya se nos han llevado cuatro puntos. Y fuera, solamente hemos conseguido arrancar uno en Gijón, con dos derrotas en Sevilla y Madrid, ante el peor Atlético de la última década.

Lamentablemente el 3-0 frente al Getafe debió ser un espejismo. Tanto cambio de esquema, estructura y jugadores, ha roto el equipo. Al margen de gripes, calambres y cansancio, no es de recibo que el Real Zaragoza le regale las tablas al Racing y que solamente en los cinco últimos minutos le eche el coraje para resolver la papeleta.

Todo el mundo está dejando solo a Marcelino. Los dirigentes económicos, los deportivos y ahora, los jugadores. Estoy seriamente preocupado por el futuro del Real Zaragoza, con un desplazamiento a Barcelona que cada vez parece más negro por la propia debilidad blanquilla y por la necesidad de dar un golpe de timón del Barcelona que ya no golea como hace el Real Madrid. Jugar, no jugará bien pero en su casa para una misión imposible salir con el casillero a cero.

Veremos lo que ocurre en los próximos días y si alguien dice algo, porque hay demasiado silencio en un club con una estructura formidable y una eficacia muy escasa, especialmente en la forma de comunicarse con la afición a través de los medios de comunicación.

domingo, 11 de octubre de 2009

Otra temporada de transición

Ya son muchos años de buscar la propia identidad y de ir dando tumbos por la Primera y la Segunda División. Con algunas satisfacciones puntuales, pero con más decepciones y fracasos que triunfos. El Real Zaragoza perdió una oportunidad histórica después de la conquista de la Recopa para ser un gran equipo. A Alfonso Soláns no le gustó apostar por la historia y buscó un equilibrio entre el éxito deportivo y la tesorería. Como el fútbol no es un negocio convencional, se fue alejando de la afición y el Real Zaragoza cayó en picado. Aunque se salvó de un descenso rápido, todo apuntaba a que se iba a terminar en Segunda, como ocurrió pocas temporadas después. Se consiguieron tres finales de Copa y dos títulos a caballo entre los siglos XX y XXI, pero incluso la faceta económica empezaba a ser claramente contraria pese a los ajustes en fichajes.

La llegada de Agapito fue consideraba como un cambio de rumbo imprescindible para regresar a Europa. Y el primer año dio resultado, con el aplaudido regreso de Víctor Fernández y una revolución en el vestuario, con futbolistas de renombre y fichas millonarias. Esa temporada se estuvo a punto de disputar la Champions, pero todo estalló por los personalismos de mucha gente dentro del club y un rosario de errores que nos llevaron dramáticamente al descenso y a una pavorosa deuda que ha impedido reforzar convenientemente al equipo en la vuelta a Primera.

Ahora, sin crédito popular, el palco presidencial apenas goza del beneficio de la duda por sus continuas equivocaciones. El Real Zaragoza ha vuelto a ser un club oscuro, sin líder, que no contesta a las preguntas de la gente. Que se empeña en meterse en guerras estúpidas y estériles, como la de Lendoiro por Lafita. Que fracasa en fichajes necesarios durante la pretemporada y hace el ridículo en las postrimerías del mercado de verano. Que duplica cargos en su vasta estructura directiva, con fichajes que apenas valen para nada y que no resuelven los problemas, sino que los complican.

Total, otra temporada tirada a la basura. Con la certeza de que el entrenador se irá a final de esta campaña, cansado de promesas incumplidas y de remar en solitario mientras los demás están de brazos cruzados. Sin saber qué pasara después porque el activo del club se dilapida, como en el caso de Ewerthon, y con una sensación de cansancio por parte de una afición que está harta ya de expectativas sin respuesta real por parte de sus dirigentes.

domingo, 4 de octubre de 2009

Siempre que pasa igual, sucede lo mismo

Ya está, ya podemos suspirar tranquilos. La vida sigue igual y continuamos siendo los mismos. Generosos con el adversario, impotentes con nuestros propios errores y dibujando en nuestras frentes la "i" de ingenuos que nos caracteriza. Estaba convencido que íbamos a regalarle el partido al Atlético de Madrid y que íbamos a hacer el mejor portero del mundo a De Gea. El chaval recordará siempre que su debut en el Calderón con el primer equipo rojiblanco iba a saldarse con una victoria y que iba a detener un penalty. ¿Por qué lanzó el máximo castigo Babic? ¿Por qué no jugó de inicio Ewerthon? ¿Por qué no estuvo metido en el partido el Real Zaragoza y encajó el primer gol nada más comenzar el encuentro?

Son demasiadas preguntas, obvias, pero sin contestación. Ahí estamos, haciendo amigos. Poniendo la mejilla a la bofetada caritativa y dejando de ganar puntos que pueden sernos necesarios al final de la Liga. El Atlético de Madrid, ahora, no es mejor que el Real Zaragoza. Y hubiera supuesto un zarpazo formidable, puntuar en el Calderón. Volvimos de Madrid con las orejas gachas, convencidos de una derrota que jamás debió ocurrir, siendo mejores que el rival pero sin puntos en el equipaje.

No podemos vivir del empate del Molinón y de la victoria ante el Getafe. No quedan muchos puntos que sumar hasta 45 y vamos demasiado lentos, con tres menos de los necesarios para mantener una línea de regularidad que no nos precipite a los últimos puestos. Allí nos encontramos incómodos porque el equipo es trabajador, pero no aguerrido e implacable y bucear en la cola de la tabla no está hecho para nosotros. El equipo sigue falto de recursos y está cogido con alfileres. Nos falta gol y tenemos errores que significan derrotas.

¿Conocen ustedes algún equipo al que le piten dos penalties fuera de casa y pierda el partido?