martes, 28 de julio de 2009

Me apetece mucho ver buen fútbol

Tengo que reconocer que el descenso de categoría la temporada pasada fue un golpe tremendo para mi. Era la tercera vez que sufría una humillación de tamañana consideración en más de treinta años de profesión y la segunda en la época más convulsa y apasionante demi carrera. Por eso me despreocupé el año pasado por estas fechas de los partidos amistosos de pretemporada, sumergiéndome en la apatía para no sufrir.

Pero ahora es diferente; el regreso a la mejor Liga del mundo me estimula y contemplo con delectación los partidos que nos ofrecen las televisiones este verano. Le saco partido a un pase, a un taconazo, a un disparo inverosímil o a un centro con los ojos cerrados. Pienso en que el Real Zaragoza puede competir contra los grandes porque estoy convencido que las incorporacipones a la plantilla pueden darle otro aire al club aragonés.

El balompié es mágico y el espectáculo que proporciona es lo más gratificante que conozco sobre un terreno de juego. Me gusta el fútbol y disfruto transmitiendo un partido de fútbol porque las sensaciones que se transmiten son compartidas por miles de aficionados que viven con pasión lo que ocurre en un estadio.

La gente de Zaragoza lo merece todo. Su comportamiento durante las dos últimas temporadas es un ejemplo decompromiso y de cariño a unos colores. Por eso espero que los dirigentes del club, especialmente Agapito Iglesias, sea capaz de retornar con inteligencia la actitud de su público. Es verdad que él arriesga su patrimonio, pero no es menos cierto que el público se entrega con pasión a sus colores y eso es de de agradecer porque un estadio vacío es una tumba.

Quiero disfrutar, cantar goles con furia, entregarme a la radio con la misma intensidad de otras temporadas, cuando hemos luchado por entrar entre los tres primeros o hemos disputado finales de Copa. Con la humildad que nos obliga saber de donde venimos, pero con la seguridad de conocer hacia dónde vamos.

lunes, 27 de julio de 2009

La nueva imagen de Agapito Iglesias

Este fin de semana regresó el máximo accionista del Real Zaragoza a Navaleno, donde prepara la próxima temporada la plantilla de Marcelino. Se sometió a una rueda de prensa, exigida por los medios allí presentes, y respondió de otra manera que a lo largo de la temporada pasada, más locuaz y con algunos interrogantes en sus planteamientos. Vamos, que ha aprendido a ser más prudente y reflexivo, asumiendo la nueva realidad del fútbol y de su club, que acaba de regresar a la Primera División con el objetivo conseguido de hacerlo en una temporada.

Agapito guarda algún as en la manga porque se mostró optimista y convencido de las posibilidades del equipo, al que le exigió mucho más que la permanencia. Puso el listó muy alto, ya que al referirse a la quinta o sexta plaza, indicó sin decirlo que aspira a la clasificación europea.

Tiene razón a la hora de anticipar que la salida de Zapater será muy cuestionada: el ejeano se ha ganado el cariño de la afición y es un referente para la masa social aunque su rendimiento sobre el terreno de juego no haya sido espectacular. Ha jugado lesionado, en diferentes posiciones según las necesidades de los técnicos y sintió como muy pocos el decenso de categoría. Pero también dice la verdad cuando asume que quizás sea la mejor solución para todos, ya que el futbolista necesita una salida para crecer fuera de la jaula que supone para él mantenerse sin la confianza del entrenador y el club recibiría como el agua de mayo más de cuatro millones de euros por su traspaso.

En lo que estoy en desacuerdo con Agapito, es en que no hubo errores en la planificación y el diseño de la temporada que nos precipitó a Segunda. Se actuó con cierta prepotencia de nuevo rico, con fichajes carísimos y fichas imposibles de aguantar para un club de nivel medio como el Real Zaragoza. De hecho, las cosas esta temporada se están haciendo mucho mejor y con más criterio, según mi opinión.

Al máximo accionista del club le falta un poquito de humildad y ahora que es capaz de expresar sus ideas con una mayor transparencia ante la prensa, no estaría de más que se mostrase más cercano a la afición asumiendo sus errores como un ser humano que es. Porque el dueño económico del Real Zaragoza tiene nombre, pero su alma es anónima ya que se trata de los miles de aficionados que son, han sido y serán, desde hace más de tres cuartos de siglo, en Aragón.

martes, 21 de julio de 2009

La luna permanece ahí arriba, observándolo todo

Se acaban de cumplir cuarenta años de la llegada del hombre a la luna. Recuerdo fugazmente la madrugada del 20 de julio de 1969 cuando, en la televisión del Hostal del Ciervo, mis padres y yo nos retorcíamos en unos sillones incómodos mientras vencíamos el sueño para contemplar unas imágenes llenas de magia. Íbamos de camino a Villanova y Geltrú, entonces pueblo pesquero próximo a Barcelona. donde disfrutábamos de nuestras vacaciones de verano. En aquellas fechas se tardaban más de seis horas en llegar a la ciudad condal y había que cubrir la distancia por etapas. Teníamos un Ondine blanco, que aguardaba aparcado en el hotel de Bujaraloz donde había unos ciervos cerca del establecimiento.

Insistí con testarudez en que deseaba estar presente ante la pantalla del televisor y tengo que agradecerles a mis padres su comprensión y, sobre todo, que me levantasen a una hora tan intempestiva para seguir la narración de Jesús Hermida. Se veía muy mal, con muchas interferencias, pero tenía la firme convicción que era un acontecimiento insólito y que jamás me perdonaría no acudir a la cita. Ya tenía el germen periodístico dentro de mi sin saberlo, pero disfruté pese al sueño que me cerraba los párpados y aún ahora tengo un recuerdo maravilloso.

Hoy también se ha puesto en marcha el Real Zaragoza 2009/10, sin tanto romanticismo como el recuerdo de Armstrong, Aldrin y Collins en el Apollo 11. Pero ahora el fútbol es un negocio que mueve una auténtica fortuna y queda muy poco del nostálgico balompié de los años sesenta. El mismo año de la llegada del hombre a la luna, mes y medio más tarde, comenzaba la Liga. Era el ocaso de los "magníficos", con jugadores como Violeta, Planas, Santos, Villa, Ocampos o Nieves, que tiraban de carro de un equipo envejecido y sin fichajes de relumbrón, con la presidencia de Alfonso Usón y con Héctor Rial en el banquillo.

Pero recuerdo especialmente a Martín, un jugador de origen sudamericano que se dirigía con simpatía a mi hermano y a mi, cuando mi padre nos llevaba los domingos por la mañana al Hotel Ruiseñores, actualmente convertido en clínica, que era el lugar de la concentración de la plantilla. Era como un rito, cuando intentábamos ayudar a transportar un enorme magnetofón de cinta abierta que había que enchufar a una fuente de alimentación. Todo era más lento, más tranquilo, con una liturgia dominical donde el fútbol era tan importante como la misa de doce.

Así las cosas, le deseo mucha suerte a Marcelino y a la plantilla que terminará de conformarse en los próximos días. Cuarenta años después solamente confío en la afición, la correa transmisora que mantiene vivo el balompié en su más pura esencia pese a las diferentes generaciones que han pasado desde los albores del siglo XX.

domingo, 19 de julio de 2009

Los abyectos y mezquinos parásitos de esta profesión

Contar las cosas que pasan es una de las profesiones más antiguas e importantes de la humanidad. Ya en las primeras tribus prehistóricas había quienes reunían al resto del grupo para explicar de manera rudimentaria cómo se había producido la caza. Incluso en las cavernas se han plasmado maravillosas demostraciones artísticas de los animales y de los hombres que participaban en esta fundamental actividad para los primeros humanos.

Después, son múltipes los ejemplos en civilizaciones como la egipcia, la babilónica, la maya o la azteca, sobre sus paredes en forma de pinturas o bajorrelieves. Llegaron los papiros, la piel de los animales, la piedra, los pergaminos o el papel.

La evolución de la imprenta favoreció la publicación de libros, la alfabetización de millones de personas y posteriormente llegaron los periódicos. El siglo XIX dio un gran salto con la llegada del telégrafo y en el XX, la aparición de la radio y la televisión le dieron una dimensión global al periodismo. Ha sido con la irrupción de internet donde más evolucionó el concepto de la transmisión de datos, textos, sonidos, imágenes y videos, hasta tal punto que la inmediatez de la información y su actualización han hecho de esta profesión algo imprescindible para nuesto concepto de estar permanentemente comunicados con lo que ocurre a nuestro alrededor y a miles de kilómetros de distancia.

En los más de treinta años que llevo en esta profesión he coincidido con maestros de la comunicación de los que he aprendido muchísimo. También he compartido redacción con personas que han trabajado con una gran dignidad pese a no tener una notoriedad relevante, y de quienes he compartido su capacidad profesional. He competido con voraces periodistas para conseguir noticias, e incluso he rivalizado con algunos en los momentos de mayor competitividad, sin bdarme cuenta que era utilizado, como ellos, por los medios para incrementar la audiencia y que obtuviesen beneficios económicos gracias a la publicidad.

Pero también he conocido gente sin escrúpulos que han medrado gracias a su connivencia con el poder e innobles "pelotas" que han coseguido cierta posición por su servilismo. Parásitos que, chupándole la sangre a quienes tenían en su entorno, han brillado fugazmente. Son los que suelo llamar "mierda en medio", seres mezquinos y farsantes que devoran a sus más cercanos y crecen en su vulgaridad.

Pero como ocurre con una resaca, cuando se pasa se trata solamente de un mal recuerdo que fácilmente se olvida. Son como una sombra, que no dejan huella aunque durante algún tiempo cubran de oscuridad la realidad e intenten apagarla. Tipos despreciables que merecen solamente el insulto, convertirles en proscritos o, simplemente, el más absoluto de los olvidos.