Por primera vez viví un partido del Real Zaragoza sin verlo, escuchando la radio a través de la aplicación de Aragón Radio en el iphone. Para mi suponía un reto conducir y al mismo tiempo oír lo que pasaba en Mestalla. En primer lugar sentí satisfacción al comprobar el cumplimiento de los protocolos de los componentes de mi equipo y su sobresaliente puesta en antena. A veces es necesario escuchar la radio desde fuera, sin posibilidad de intervenir, para comprobar cómo funcionan realmente las cosas y el guión se ejecutó bajo los parámetros exigidos. Enhorabuena. Por otro lado agradecí la implicación de los futbolistas y su esfuerzo ante el Valencia, hasta hace poco candidato también al título. Pero volvió a suceder lo mismo; una expulsión y un gol en propia puerta nos privaron del éxito.
Se produjo el peor resultado para Agapito; no puede ratificar con solemnidad a Gay y tampoco puede echarlo, sacando de la chistera un nombre que retrase su agonía. Tendremos que esperar a lo que ocurra el próximo domingo para conocer el futuro del banquillo zaragozano.
Mientras tanto estuve en Madrid, en Pozuelo de Alarcón, donde se celebraba la Gala de la Radio, con la entrega de los premios de la Academia de las Artes y de las Ciencias de la Radio, donde estaba nominado por segundo año consecutivo. Resulta imposible hacer frente a las grandes cadenas nacionales, que coparon los premios. Y más si se trata de candidatos tan solventes como Javier Ares que presentaba el Tour de Francia como producto estrella. Nosotros competíamos con la transmisión del CAI - Sant Joseph, el partido que le dio el ascenso al equipo de Abós la temporada pasada en la LEB. El mérito está en la nominación y que la Academia se fije en una joven emisora autonómica de una región tan escasa en población como la nuestra.
García estuvo impecabale, extraordinario, en su discurso una vez recibiera la medalla de oro de los profesionales de la radio. Recién salido de un cáncer demostró que está en condiciones, si quisiera de volver a competir por la hegemonía en las ondas. Desde aquí mi reconocimiento y admiración a un profesional formidable que cambió el signo de la radio y que sus competidores han hecho mejor pese a su retirada porque simplemente le imitaron sin aportar nada nuevo.
Un abrazo, José Mari.