La derrota era la única opción que el duelo entre el Real Zaragoza y el FC Barcelona ofrecía. Es cierto que el equipo de Guardiola no está como la temporada pasada y que Villa no ve puerta; es verdad que la diferencia no ha sido tan aplastante como la temporada pasada en el coliseo barcelonista; es posible que el Real Zaragoza ofreciese una mayor resistencia con el cambio de esquema... pero si el equipo catalán hubiera necesitado ganar por una mayor diferencia, lo habría hecho. Con el 0-2, con un jugador menos los maños por la absurda expulsión de Ponzio, el Barça bajó su nivel de juego y dejó pasar el tiempo. No pretendían lucirse ante el colista, ante un club que espera el descenso en la octava jornada de Liga y posiblemente su desaparición. Ganaron los tres puntos con el cansancio acumulado del partido de la Champions y rotaron a su plantilla, con la tranquilidad de ser inmensamente superiores.
La afición sigue indolente y aplaude cuando se hace algo bien y protesta cuando se hace mal. Ya apenas se dirigen al palco y centran sus iras ante el colegiado de turno, mirando al reloj para ver cuando acaba el partido y se van a casa. O a donde sea, porque lo que te apetece es tirarte al río, o dejarte llevar por el alcohol hasta llegar al coma etílico. Es posible que las parejas discutan, que los hijos lleguen más tarde a casa, que nadie quiera hablar durante la cena. Y, meintras tanto, Agapito señalando a la prensa como culpable y Gay, pobrecico, lamiendo la mano que le da de comer y liándose la manta a la cabeza contra los medios de comunicación.
Luego la excusa será el público, que no ayuda, que no anima, que no canta el himno como hace tres temporadas en el último descenso. Entonces aún había plantilla y posibilidades. La temporada anterior la suerte sonrió al Real Zaragoza concediéndole una segunda oportunidad. Que ahora no se ha aprovechado pese a todas las señales, síntomas y pronósticos. No hay peor ciego que quien no quiere ver y Agapito está precipitando a la desaparición al Real Zaragoza. En Málaga, Oviedo, Burgos o Logroño ya saben de esto, pero ninguno de esos clubes tenían el historial o los títulos de éste, que está siendo arrastrado sin pudor cada semana.