El Real Zaragoza ha dejado a su afición sin el bálsamo de un fichaje que llevarse a la boca. No vino ni Romaric, cuya cesión no era prioritaria, pero que le apetecía a la gente porque su físico es imponente. Al final el club aragonés intentó variar los términos de la negociación cuando quedaba poco para el cierre del mercado y Del Nido dijo que se acabó la historia.
Se hizo el ridículo con Cavenaghi del que dijo Prieto que no daba el perfil buscado por el Real Zaragoza para convertirse en su delantero centro y se hartó a los representantes de Ponce que, al final, aceptaron la oferta del Racing cuando se daba por hecha su cesión. 300.000 euros; ¿no podemos pagar ni esa cantidad?
Para colmo, se ha enviado a Segunda B a Goni y el Real Madrid tiene una opción de compra por el futbolista. Para eso, mejor hubiera sido que le enviasen al Teruel o a la Muela; incluso la SD Huesca hubiera visto con buenos ojos tenerlo en sus filas. Y a lo peor es necesario en una zaga con Diogo, Contini, Jarosik, Obradovic y Pinter. Porque Edmilson no está para jugar de central y Ponzio tiene para un mes por culpa de un esguince de rodilla.
Adiós a Pennant, cedido hasta enero en la Premier y a Pavón, colocado en el Arlés Avignon. Solamente se ha soltado lastre y muy poco, con jugadores como Paredes a los que habrá que repescar como sucedió con Braulio.
Decepción por el fracaso. Inquietud por la falta de gestión. Preocupación por lo mermada de la plantilla a la que le falta gol y recambios en la defensa. Aunque Gay y compañía le hayan dado carácter al equipo, es posible que no sea suficiente como para no volver a pasar otra vez apuros hasta el mercado de enero.
Uno ya no está seguro si es que no saben, no quieren, o no pueden. Pero en cualquiera de los tres casos, ha quedado claro que los dirigentes deportivos son unos aficionados incapaces de conducir a un club histórico como el Real Zaragoza, por la mejor Liga del mundo.