domingo, 12 de septiembre de 2010

Un desastre en toda regla

Menos mal que Aurelio Gay tenía buenas sensaciones para este partido. Menos mal que el Málaga era un rival de nuestra Liga. Menos mal que se habían tenido dos semanas para trabajar con el parón FIFA. Porque, de lo contrario, los andaluces hubieran superado los siete goles que nos endosó el Madrid en la década de los ochenta del siglo pasado en la Romareda. Que un equipo con ocho ausencias te marqué cinco tantos en la primera media hora es una humillación sin precedentes en tu estadio. Una verqüenza difícilmente asumible por una afición que pidió a gritos la marcha de Agapito y que está harta de tantas cosas que están ocurriendo en los últimos años.

Construir una plantilla sin dinero es difícil y cuando lo haces con deshechos y cesiones de perfil bajo, lo más normal es que ocurran estos accidentes. Si haces las cosas bien, alguna vez te saldrán mal pero si las haces mal, lo normal es que tengas resultados como el del domingo en la Romareda. Y gracias, porque solamente el egoísmo de los delanteros blanquiazules favoreció que el Real Zaragoza no encajase una goleada de escándalo, porque en la segunda parte gozaron de otras cinco ocasiones clarísimas de gol.

Solamente obtengo algo positivo del partido de ayer: que gran parte de los jugadores se batió el cobre en la segunda parte y buscaron acortar distancias sin perder la cabeza ni utilizar la violencia como argumento. Y eso es bueno porque existe materia prima para seguir luchando. Agradezco la sinceridad de Ander al pedir perdón nada más terminar el partido y que Leo Franco compareciese ante los medios al concluir el choque. Por el contrario, me disgusta que Gabi (el capitán) no diera la cara y se escabullese sin decir esta boca es mía.

Habrá que apretar los dientes y cerrar los puños, acostumbrarse a sufrir y tener pesadillas cuando nos enfrentemos a los grandes porque nos pueden caer "las del pulpo". Estamos un peldaño más abajo que el resto de clubes, el domingo quedó demostrado. Y que la gestión deportiva de Prieto, con la connivencia de su presidente, ha sido nefasta. Para que siga con finas ironías y provocando a los medios y al público, como si fuera divertido estar en el pelotón de los torpes sufriendo otro año más por evitar el descenso.