Menos de un mes nos ha costado hacer realizar las peores premoniciones. Si todo apuntaba a que con esta plantilla se iban a pasar muchos apuros para mantener la categoría, la Liga ha devuelto a la realidad a un Zaragoza con un equipo que tendría problemas incluso en la Segunda División. Falta calidad y gol, confianza y tranquilidad. De esta manera se hará incluso un papel peor que en la primera vuelta de la temporada pasada y cada partido será un sufrimiento, que se convertirá en una atroz agonía cuando tengamos que visitar o recibir a los "grandes". Las goleadas se sucederán con estrépito y los depredadores del área saciarán su apetito de goles contra un club que se ahoga en su propio vómito.
El miércoles lo intentaron con todo su orgullo y sentimiento, pero no pudieron ni con un recién ascendido como el Hércules, presuntamente en nuestra misma guerra. Ellos tiene más calidad en sus hombres aunque sean veteranos o estén fuera de forma, como Trezeguet. Pero saben a qué juegan y tienen sus referencias, algo que no ocurre en el Real Zaragoza.
Como equipo perdedor que es el Real Zaragoza, tiene mala suerte con los goles anulados, los balones que se estrellan en los postes o en las actuaciones memorables de sus guardametas. Y también los árbitros, sicológicamente influidos por el olor a muerto del club aragonés, le castigan con más saña que otros conjuntos con menos índice de fracaso.
La esperanza no vale de nada, porque nadie te va a ayudar a que no te hundas. Y cuando la acumulación de derrotas nos deje solos en la cola de la tabla, se bajarán los brazos y se deseará un descenso sin traumas y rápido, para dejar de sufrir. Y menos mal que la afición sigue con sus colores, aprovechando cualquier cosita sobre el terreno de juego para aplaudir y animar. Pero los números son fríos y contundentes: ya somos los peores de la Liga.