domingo, 1 de agosto de 2010

Estoy viendo el partido entre el Valencia y el Olympique de Marsella y me viene a la memoria el encuentro del sábado entre Osasuna y el Real Zaragoza. Por supuesto, que no tienen nada que ver porque una cosa son clubes de Champions otra muy distinta, equipos que van a sufrir para permanecer en la Primera División española.

Todos hemos asumido que, otra vez, esta temporada va a ser muy dura porque apenas hay fichajes y la plantilla es corta, admás de insuficiente. Se supone que, como no hay dinero, se va a esperar a que no tengan más remedio loa clubes excedentarios a soltar lastre el mismo día del cierre del mercado de verano. Así se comprará más barato porque no hay dinero, siempre y cuando no nos pille el toro y nos quedemos con lo puesto.

Las promesas no se han cumplido y el presente del Real Zaragoza es tan triste como el de los últimos años. Un histórico venido a menos, condenado al padecimiento y a soportar de manera aguerrida los últimos coletazos de una liga donde recibirá tres o cuatro goleadas sonrojantes e intentará hacerse fuerte en la Romareda frente a los diez clubes de su nivel.

Armense de paciencia, respiren profundo y apelen a su amor zaragocista para aguantar un año tan difícil como el que nos espera.