lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Pesimista, negativo, o realista?

Durante este primer tercio de temporada he escuchado a algunas personas que me criticaban por entender que hacía previsiones apocalípticas. Algunos se echaban las manos a la cabeza e incluso me achacaban de fatalista por decir que temía seriamente por el futuro del Real Zaragoza. He aguantado con serenidad, inluso, ataques furibundos de quienes han intentado perjudicarme profesionalmente por mis previsiones.

Y ahora, ¿qué? Nadie me puede negar que los vaticinios se han cumplido. El Real Zaragoza acaba de cesar a su entrenador provocando un mayúsculo escándalo mediático, las gradas de la Romareda han abucheado al palco mientras aclamaban a Marcelino y, lo que es peor, la situación deportiva es terrible.

Dije que la directiva no confiaba en el técnico y que éste provocaba a sus jefes ya en la pretemporada con acciones como las de apartar a determinados futbolistas y pedir enérgicamente refuerzos. Comenté que la construcción de la plantilla era insuficiente y que no tenía la calidad necesaria para afrontar la Primera División. Y que, de esta manera, las posibilidades de bajar a Segunda División tomaban cuerpo.

No me equivoqué al asegurar que sería una sangría goleadora la defensa con la que se contaba y ahí están los números: con 29 goles encajados en 14 partidos, es el equipo que más tantos ha recibido en la Liga. Las matemáticas no saben de sentimientos ni de emociones, son frías como los números. En definitiva, que el Real Zaragoza afronta su crisis más grave de los últimos cincuenta años porque en el plano económico la deuda es la mayor de toda su historia.

¿Qué dicen ahora los "optimistas", los supuestos defensores del club, los que se horrorizaban con mis razonados argumentos?

Ahora se me viene a la cabeza Diego Armando Maradona, pero yo soy mucho más responsable que el seleccionador argentino y solamente deseo que, sea como sea, esta situación sea reversible y salvemos los muebles a final de temporada.