miércoles, 11 de noviembre de 2009

Eliminados por el colista

Para una vez que no nos meten un gol, dejamos de marcar nosotros. Se trata de otro mazazo más para la afición del Real Zaragoza, que sigue en su lenta depresión por las escasas muestras de actividad cerebral de su club. Hemos sido peados de la Copa del Rey por el farolillo rojo de la Liga, en una competición de Copa donde fuimos alguien y en la que ya no somos nada.

No me valen las excusas baratas de la mala suerte, de la implicación de los jugadores sin fortuna, del cansancio por jugar dos partidos en menos de cuarenta y ocho horas. Pamplinas, porque si realmente se quiere, se puede; a no ser que digan la verdad de una vez y reconozcan que con esta plantilla no se va ni a recados.

Da pena ver morir de esta manera a un club con una historia brillante, con una hinchada formidable y que se arrastra como un recién llegado sin pasado ni presente, y con un futuro que da miedo de pensarlo. Ya vale de tonterías, de intentar marear la perdiz para ganar tiempo. De silencios culpables.

Arruinados, sin patrimonio deportivo y con una larga Liga que salvar, se nos va a hacer muy larga esta temporada donde, en el mejor de los casos, pasaremos inadvertidos. Eso sí, goleados sin piedad por los grandes y con números que pasarán a la historia como los de los años oscuros de este club, entre los cuarenta y cincuenta del siglo pasado.

Otro año más sin Copa. Sin la emoción de las épicas noches en la Romareda donde se vapuleaba a los grandes y en las que el fútbol empapaba de calidad las gradas del estadio. Eso pertenece ya a otra época, en la que fuimos afortunados al ser testigos de una grandeza que ahora brilla por su ausencia.