domingo, 16 de mayo de 2010

Despedida con sonrisa

Cuando el Real Zaragoza había sumado solamente catorce puntos en la primera vuelta, recuperé la amenaza que lancé hace dos temporadas tras derrotarle el Real Zaragoza al Deportivo en la Romareda acariciando la permanencia: "si el equipo logra la quedarse en Primera, me pondré un sombrero mexicano en la Romareda". Se trataba de una promesa como las que se hacen cuando se pretende aprobar un examen, superar un obstáculo o conseguir el amor de la persona deseada. En Mallorca no pude colocarme el gorro, pero el sábado disfruté con la imagen divertida y simpática que trasladé a las gradas y que fue recibida con agrado y cariño por las personas más cercanas a la zona del palco de prensa. Fueron decenas de fotografías de saludos, de muestras de complicidad y de sorpresa, en algunos casos. Le agradezco a Rubén Ramos su apoyo y la entrega oficial del sombrero en la puerta de prensa, que se convirtió en un acto protocolario para el recuerdo.

La respuesta en facebook fue también muy positiva y tuve numerosas llamadas al móvil con saludos espontáneos y amables. Sé que algunos se habrán retorcido en sus asientos y que los menos habrán criticado mi sentido del humor, pero su rabia y rechazo incrementan mi satisfacción y favorecen todavía más mi regocijo.

Brindo, con el sombrero mexicano en mi mano derecha, mi más absoluto saludo a todos los que han intentado perjudicarme durante la temporada, a los que me odian, a quienes me envidian y desearían estar en mi lugar, a los que pretenden emularme sin conseguirlo y a los que se consumen como en si estuvieran en el infierno deseando mi mal. A todos ellos los guardo en mi corazón y les acuno como si fueran criaturas para que su dolor se mitigue y terminen admirándome.

Y a todos los demás, que son legión, les dedico con todo mi cariño la foto de la permanencia.

Hasta la semana que viene, amigos.