lunes, 19 de octubre de 2009

Una negligencia imperdonable

Hacía mucho tiempo que no veía a Marcelino tan cabreado. Y esta vez no era una pose para confundir a los medios de comunicación en la sala de prensa, sino un estado de ánimo real. Ya, sobre el terreno de juego se le vio bracear con furia, e indicarles a sus jugadores determinadas correcciones en una segunda parte abominable.

Como diría después, el empate frente al Racing fue una negligencia imperdonable. No existen justificaciones para una metedura de pata de tal magnitud. Ceder dos puntos ante los cántabros, y de la manera que se hizo, pone en tela de juicio la capacidad del Real Zaragoza para asumir sus enfrentamientos contra adversarios de mayor calidad. Hasta ahora no ha pasado "nadie" por la Romareda, y ya se nos han llevado cuatro puntos. Y fuera, solamente hemos conseguido arrancar uno en Gijón, con dos derrotas en Sevilla y Madrid, ante el peor Atlético de la última década.

Lamentablemente el 3-0 frente al Getafe debió ser un espejismo. Tanto cambio de esquema, estructura y jugadores, ha roto el equipo. Al margen de gripes, calambres y cansancio, no es de recibo que el Real Zaragoza le regale las tablas al Racing y que solamente en los cinco últimos minutos le eche el coraje para resolver la papeleta.

Todo el mundo está dejando solo a Marcelino. Los dirigentes económicos, los deportivos y ahora, los jugadores. Estoy seriamente preocupado por el futuro del Real Zaragoza, con un desplazamiento a Barcelona que cada vez parece más negro por la propia debilidad blanquilla y por la necesidad de dar un golpe de timón del Barcelona que ya no golea como hace el Real Madrid. Jugar, no jugará bien pero en su casa para una misión imposible salir con el casillero a cero.

Veremos lo que ocurre en los próximos días y si alguien dice algo, porque hay demasiado silencio en un club con una estructura formidable y una eficacia muy escasa, especialmente en la forma de comunicarse con la afición a través de los medios de comunicación.