El fútbol es capaz de mover a millones de personas si hay algo detrás de él que anime el espíritu de las masas. Eso ha ocurrido los dos últimos años con España, desde la fantástica Eurocopa que nos ofreció la selección de Luis Aragonés.
Con del Bosque el equipo ha crecido en argumentos y se ha convertido en un bloque sólido donde han entrado otros jugadores de una gran calidad que, no obstante, tienen pocos minutos en este Mundial. Navas, Mata o Fábregas entran cuando no hay más remedio y el peso de la creación española recae sobre Xavi, Alonso o Iniesta.
A nuestra selección le ha ourrido como al Barcelona, que ya hay un antídoto contra su juego demoledor: la dureza y la presión, el marcaje al hombre en determinados momentos y la destrucción de su fútbol. Al final, el Barça ganó la Liga pero perdió la Champions. De momento, España está en octavos con menos brillo y con Ronaldo a la espera de su primer gran triunfo con la selección portuguesa.
Con respecto al Real Zaragoza, a miles de años luz de cualquier ilusión posible, las cosas van por donde tenían que ir. Sin dinero para fichar, se está a expensas de que nos compren a Lafita o a Herrera para disponer de alguna liquidez y comprar las sobras de los demás. Sin tener tampoco habilidad para soltar lastre y desprenderse de lo que sobra, que es mucho y caro.
El guión se cumple y tendremos que esperar posiblemente al último día de agosto para saber con qué contamos para luchar para evitar el descenso.