Si hubiéramos escrito una novela o un guión cinematográfico, hubiera sido casi imposible imaginar un final mejor para una jornada extraordinaria. Una afición entregada antes del partido frente a la Romareda, un aparente lleno en las gradas y un resultado tan abultado como justo gracias a la implicación de los futbolistas sobre el terreno de juego. Fue la "noche perfecta", con una satisfacción general de la grada y una absoluta comunión con los futbolistas de Aguirre. No se puede pedir más porque el sufrimiento ha dado paso a la satisfacción, a la confianza y al compromiso.
La gente le dice "no" a Agapito, que sigue desoyendo las voces críticas y hace suyo el triunfo. Pretende perpetuarse en la poltrona y busca maneras y apoyos para seguir, al margen del rechazo casi unánime de la afición. Jamás tanta gente estuvo tan en contra de un presidente que hace oídos sordos a la realidad y busca en estos triunfos asideros para mantenerse en el poder.
La afición respondió como un solo hombre al reto de acudir, apoyar y animar a su plantilla. Y recibió el compromiso de una plantilla que se dejó el alma en el campo para ganarle a un gran equipo. Impecable Aguirre en su planteamiento y en sus declaraciones posteriores al encuentro, satisfecho pero consciente que la salvación aún no se ha conseguido.
Nos merecemos disfrutar el momento y tener esperanzas de cara a la permanencia. Solamente con esta actitud en los seguidores blanquillos y en el equipo conseguiremos la permanencia. Es una lástima que este proceso, al margen del presidente, sea tomado como un éxito personal de Agapito que sigue desaparecido en su presencia ante el público y gestando iniciativas que le hagan seguir dirigiendo los destinos del club.