sábado, 19 de marzo de 2011

El flotador del patito

Lo veía venir pero no había dicho nada para no romper el hechizo del 4-0 al Valencia. Después de una hombrada, y especialmente fuera de casa, el Real Zaragoza se conforma y juega a no perder, lo que le condena una derrota. Frente al Mallorca más débil de las últimas temporadas, el equipo aragonés fue a Mallorca a disfrutar del sol, de la playa, del horizonte marino, para dejar escapar por lo nenos un punto de su desplazamiento al Iberostar Estadi. Con el flotador de patito, la toalla y la pala para hacer castillos de arena.

Lo siento pero no me valen las excusas. Jamás, insisto, jamás, dio la sensación que el equipo de Aguirre pudiera ganar en la capital Balear. Débil, especulador, sin tener nunca la posesión del balón, esperó que el tiempo transcurriera en busca del empate y vio cómo el Mallorca le ganaba por la mínima. El balón al larguero de Braulio en el tiempo de prolongación es una anécdota y fue el único disparo entre los tres palos de todo el partido. Así es imposible ganarle a nadie.

Supongo que no podrán más, que la plantilla es tan limitada que no dan de sí lo que desearíamos los jugadores blanquillos. Pero le hemos regalado la permanencia al Mallorca y eso es grave, porque los demás implicados en el descenso acudirán a las Islas con muchas más opciones que los zaragocistas de puntuar. Si perdemos ante el Sevilla, que es tan lógico como probable, podríamos caer otra vez en las posiciones de descenso. Y otra vez prisas, agonías, llamamiento a la afición... Y eso cansa y termina con los nervios de cualquiera.

Me ha decepcionado profudamente el equipo y estoy muy preocupado porque, a lo peor, la imagen ofrecida ante el Valencia solamente fue un espejismo.