domingo, 13 de febrero de 2011

Una ofensa intolerable

Desde el partido disputado en Cornellá no estaba tan molesto con la plantilla del Real Zaragoza. Bajaron los brazos tras encajar el primer gol y fueron devorados por un Español mucho mejor que el débil Real Zaragoza que entra y sale del descenso por deméritos propios. Aunque no acepto una justificación válida por el ridículo hecho en el campo de los periquitos, la derrota en Alicante me parece mucho peor. Bochornosa incluso. Porque se ha dilapidado una ventaja conseguida con fortuna nada más comenzar el partido, no se ha sabido gestionar el tanto y al final se ha caído con estrépito.

Aguirre estuvo horrible con los cambios y perjudicó a un Zaragoza tan cobarde y timorato que un equipo hundido como el Hércules, con dos remates ante Leo Franco producto de una falta de intensidad imperdonable, fue capaz de remontar el partido. Y superar en la tabla al equipo aragonés, y mejorar el golaveraje, y volvernos a aplastar en los límites del descenso.

¿A qué jugamos? ¿Sólo nos estimulamos cuando estamos con el agua al cuello? ¿Qué puñetero cachondeo es este? Menos el Almería y Osasuna, los demás han demostrado un par de cojones y han resuelto mejor o peor sus partidos. Otra vez en los linderos del fracaso, con el calendario que se nos viene encima.

Lo de ayer es una estafa para la afición blanquilla que, por unas causas o por otras, está más cerca de la náusea existencial con este Real Zaragoza de pacotilla que de ver abiertos los cielos de la permanencia. Que, objetivamente, ya es una pena luchar para no descender y arrastrarse como condenados en la prisión de los vulgares.

Como diría Soláns, "estoy hasta el gorro" de tanta tontería.